lunes, 4 de octubre de 2010

Divagar noctámbulo


Queda la noche, un hombre condena sus pasos en soledad, rebasando su agonía mientras pensaba en el refugio de donde salió, eso no le permite su libertad, lo castigan sus carencias, acarreándolo a decidir su muerte, reflexiona, ¿ha quien le pertenece este cuerpo, hoy descubrí que no es mío? Si la muerte me espera en que lugar duerme su desdicha, quien van a morir presiente su arribo y el que desea la muerte por azar su turno es el ultimo. Mientras camina comprende que la vida es un sitio que se confunde con estar y se hace de ella un gran circo, permite los reclamos de su existencia, añora vivir sin castigo, renunciar a la carne, ha los túneles sin respuestas, protegido en un dios que no ve y lo llama, accede al alma, la esencia murmura su naturaleza, sin importar la culminación del tiempo, sigue su rumbo. Las sombras sucumben sus temores, el silencio detiene los espantos las ánimas y los perros, no hay brisa y el frio se hace indeleble, desahuciados los huesos enfrenta la oscuridad, siente por un instante que esta inmerso en ella, y que es ella que no le permite llegar, los vicios agudizan y lo destrozan, prefiere las aceras para descansar y ver su destino, elige no reconocerse como motivo de su andar, sé disipa el ocaso percibe los sonidos habituales y las imágenes perpetuas, el movimiento grita y se hace vigente, bostezan las puertas tragando una a una el cadáver con su bocanada. Prende la luz que aguardaba su regreso, acuesta un cuerpo abandonado, pusilánime revela su transitar en tinieblas y saber que su día no ha llegado….

De los escritos de
Fray Lejon

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